Día 3 Un paseo romántico
Roma es romántica por naturaleza: será por esa atmósfera a medio camino entre Cinecittà y el Imperio romano o, quizás, por sus estupendas villas, sus pintorescas callejuelas del centro y sus jardines históricos.
Venir a Roma en pareja es una experiencia que debe hacerse al menos una vez en la vida.
El romanticismo reina en muchos lugares de la ciudad, pero en algunos es mucho más evidente que en otros.
Para su paseo romántico, le aconsejamos empezar en la plaza de España y la imponente iglesia de Trinità dei Monti.
Luego, siga por los restos de los Foros Imperiales, exprese un deseo en la fontana di Trevi y haga un salto a Villa Borghese para relajarse caminando entre el verde y descansar en uno de los muchos bancos del parque.
Por la tarde, nada mejor que un paseo por el río Tíber para, luego, admirar el atardecer desde una de las colinas romanas, el Janículo.
Y, para acabar el día, disfrute de un espléndido panorama nocturno de Roma desde la espectacular terraza del Hotel Artemide, saboreando, quizás, uno de los exquisitos platos del restaurante Ambrosia.